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lunes, 28 de noviembre de 2016

638 formas para matar a Fidel Castro.

De todas las muertes que le esperaban a Fidel Castro, la que le alcanzó en la cama la noche del 25 de noviembre era la menos deseada por sus enemigos. Francotiradores, puros con veneno, un traje de buzo con hongos, explosivos o un químico para que se le cayera la barba fueron algunas de las exóticas formas diseñadas por sus enemigos para acabar con la vida del líder de la Revolución.

En el año 2007, la CIA desclasificó unas 700 páginas de documentos relativos al periodo comprendido entre 1953 y 1973 con información sobre intentos de asesinato al líder cubano. Según informó The Washington Post, incluían datos de "al menos 8 intentos de asesinato de Castro entre 1960 y 1965". Sin embargo, las autoridades cubanas hablan de cifras mucho más altas: más de 600 operaciones, conspiraciones fallidas o magnicidios abortados.

El propio Fidel Castro contribuyó a alimentar el mito sobre su imbatibilidad “Realmente no fueron 30 ni 6, ¡fueron… 300! Porque no hay que contar solo los planes que organizaba la CIA allí: compra una bomba, un fusil para matar un elefante, una pluma que dispara una puntillita y envenena, una careta que produce no sé qué hongos y que cosa…”, dijo en un discurso en la Asamblea en 1993.

De todos estos intentos de magnicidio, Castro acusó a la CIA, a los antirrevolucionarios o a Posada Carriles.

Castro está en el Guinness por ser la persona a la que más veces han intentado asesinar y por dar  el discurso más largo en la ONU; 4 horas y 29 minutos

Sin embargo el deseo por acabar con su vida había comenzado mucho antes, casi desde el día de su detención. "Temo por la vida de mi hermano, han tramado una peligrosa conjura para asesinar a Fidel. Yo propongo que se suspenda este juicio". El menor de los Castro defendió a su hermano frente al tribunal que les juzgaba en 1953 por el asalto al cuartel de Moncada

Desde ese día de Eisenhower hasta Clinton, pasando por Kennedy, Johnson, Nixon, Carter, Reagan o Bush (padre) se utilizaron los métodos más disparatados para asesinarlo, dignos de la mejor novela de espionaje.

Plumas explosivas, máscaras de bucear contaminadas, helados envenenados, bombas bajo el suelo, fusiles de larga distancia o puros intoxicados forman parte de la larga lista de intentos detallados en el libro La guerra secreta, escrito por su antiguo jefe de inteligencia Fabián Escalante.

Uno de los atentados más peculiares fue dirigido contra su barba, icono de los revolucionarios. Segun un informe de 1975, EE UU creía que parte del magnetismo de Castro ante su pueblo residía en su barba. La CIA pensó que la caída de la barba mostraría a los cubanos un Castro débil y vencible por lo que contempló poner sal de talio en sus zapatos o en uno de sus puros. El producto químico absorbido o inhalado por el líder cubano provocaría la caída del vello. Un plan que finalmente no se llevó a cabo.

Otra de las propuestas fue poner LSD en una estación de radio donde Castro se dirigiría a los cubanos y conseguir así que enloqueciera. O colocar una brillante caracola-explosivo en una de las zonas favoritas de Castro para bucear. El molusco explosionaría en el momento en que el líder cubano la agarrara para verla de cerca.

En 1975, el Senado de EE UU confirmó que había pruebas concretas "de un plan para obsequiar a Castro con un traje de neopreno forrado con esporas y bacterias que le provocarían una grave enfermedad en la piel (o tal vez algo peor)". El plan falló cuando Castro recibió de manos norteamericanas un traje de buceo diferente.

Sin embargo, la opción favorita de EE UU fueron siempre los puros habanos, bien con veneno o con explosivos, dada la debilidad de Castro por el tabaco. Uno de los primeros intentos de magnicidio fue el hotel Waldorf-Astoria, durante el histórico viaje a Nueva York en 1961. El comandante debía encender un puro en su habitación que explotaría y le volaría la cabeza. Un plan que finalmente tampoco se llevó a cabo.

Pero según su exjefe de inteligencia, lo más cerca que la CIA estuvo de matar a Fidel Castro fue en 1963 cuando casi logra hacerle beber un batido mortal. El intento salió mal cuando la pastilla que debía envenenar el batido se quedó pegada al refrigerador del Hotel Hilton de La Habana derramando su contenido y con ella la mejor opción para asesinarlo.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Good bye, Lenin! Fidel Castro fue momificado en vida antes de morir, convertido en fetiche y reliquia de su hermano Raúl

Existe una elocuente, incluso sarcástica relación entre la dictadura y la longevidad. Lo sabemos en España y lo supieron los camboyanos. Lo saben los cubanos a cuenta del síndrome de Estocolmo que ha cultivado Fidel Castro desde la purga y el victimismo, así es que debió resultarle monstruosa la imagen de su hermano plegándose como un monaguillo ante un presidente americano y negro.

Insisto en lo de negro porque la dictadura cubana fue siempre discriminatoria en el reparto y en la pedagogía del poder, incluso racialmente paternalista cuando sobrevenían las misiones africanas, aunque sospecho que Fidel Castro no estuvo nunca al corriente del acto de conciliación con la administración yanqui.

Lo imagino engañado por su entorno. Sospecho que lo habían convertido en la cobaya caribeña de Good bye, Lenin!, aquella película germano oriental cuyo protagonista había construido a su madre una realidad paralela que renegaba de la caída del Muro de Berlín y que la prevenía del peligro de un recaída tras haber sufrido una crisis cardiaca y un problema de amnesia.

Puede que Raúl hiciera lo mismo con su hermano. Imagino que se imprimieron ediciones particulares -más particulares todavía- de Juventud rebelde y de Granma para ocultar al patriarca la apertura a la Casa Blanca.

Y supongo que la televisión nacional elaboró reportajes específicos para que sólo Fidel pudiera verlos en su habitación, como si Cuba representara una amenaza a EE UU. Que no se entere Fidel, que no se entere Fidel, susurraba Raúl a los enfermeros.

Debieron engañarlo, manipularlo por razones de salud y, al mismo tiempo, someterlo a la propaganda que él mismo inculcó a sus compatriotas. El gran mentiroso murió engañado. Creyó que la revolución había triunfado.

Y la escena o la hipótesis despierta una cierta pena, suscita una conmiseración que redondea la caricatura de Fidel Castro envuelto en un sudario de Adidas. Más que absolverlo o disolverlo la Historia, Fidel Castro corre el riesgo de pasar a ella como el hermano de Raúl.

Evocando aquella anécdota que la leyenda atribuye a Borges, cuando le preguntaron su opinión sobre Antonio Machado. “No sabía que Manuel tuviera un hermano”, respondió el escritor argentino.

Y no sabíamos que Raúl tuviera otro, momificado como estaba en vida, embalsamado como una reliquia, trivializado como una voz de ultratumba al tiempo que Cuba mutaba o degeneraba hacia el híbrido del capital-comunismo. Un modelo de patente china que reúne la ferocidad del capitalismo y la maquinaria represiva de una tiranía.

La Castro que no asistirá al funeral de Fidel

“En ningún momento he regresado a la isla, ni tengo planes de hacerlo”, afirmó Juanita Castro en un comunicado enviado a El Nuevo Herald, el diario de cabecera de la ciudad en la que reside desde hace décadas, Miami. “Hace 51 años que llegué a este exilio en Miami, como todos los cubanos que salieron para encontrar un espacio donde luchar por la libertad de su país (…) y jamás he cambiado mi postura, aunque por eso tuviera que pagar un alto precio de dolor y aislamiento”, agregó.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Desconectar de Facebook aumenta el bienestar,según un estudio.

Los encargados del estudio dividieron en dos grupos a los 1.095 usuarios que participaron: a los miembros de uno les pidieron que no se conectasen a Facebook durante siete días; el resto —el grupo de control— continuó utilizándolo como hacía habitualmente. Durante ese tiempo se midieron estados de ánimo como la felicidad, la tristeza, la preocupación, el enfado, el entusiasmo y el sentimiento de soledad y depresión.

En el último día del experimento, los investigadores les preguntaron cómo se sentían y los cambios resultaron evidentes: los que habían dejado de utilizar la red social admitieron sentirse más felices y menos tristes y solos. Además de los sentimientos positivos, notaron un incremento en su actividad social cara a cara y menos dificultad para concentrarse. También tuvieron la sensación de que a lo largo de esos siete días habían desperdiciado menos su tiempo.

En azul, los datos reportados por el grupo de control; en blanco, los del grupo que dejó Facebook.
En azul, los datos reportados por el grupo de control; en blanco, los del grupo que dejó Facebook. THE HAPPINESS RESEARCH INSTITUTE
Estas conclusiones coinciden con las declaraciones de muchos expertos que recuerdan que los usuarios de las redes sociales solo muestran en sus perfiles la parte de su vida que les interesa que los demás vean: las buenas noticias —el 61% de las personas publican solo las cosas buenas que les pasan—, las fotografías retocadas, el encuadre pensadísimo que parece casual... Proyectan una vida irreal que hace que la mitad de los usuarios envidien las experiencias que otros comparten en sus perfiles y que un tercio envidie lo felices que parecen sus contactos de Facebook. Los expertos de The Happiness Research Institute aseguran que las redes sociales "son como un canal en el que solo salen buenas noticias, un flujo constante de vidas editadas que distorsionan nuestra imagen de la realidad”. Así, el bienestar de los usuarios está condicionado por lo que piensan los demás y el número de likes que consiguen al final del día.

Una de las dificultades con las que se encontraron los investigadores a la hora de desarrollar el estudio fue la falta de control sobre si los participantes conseguirían resistir la tentación de entrar en Facebook. El 94% de los usuarios visita su perfil de manera automática, como parte de su rutina diaria, por eso les recomendaron desinstalar la aplicación de sus teléfonos móviles. A pesar de los consejos y de haberse presentado de manera voluntaria al experimento, al concluir, el 13% de los participantes no consiguió pasar ese tiempo sin entrar en su perfil y comprobar sus notificaciones.

En cuanto a las limitaciones del estudio, los investigadores reconocen que la predisposición pudo afectar a los resultados. Los participantes se presentaron voluntariamente —aunque fueron asignados a los grupos de forma aleatoria—, lo que podría significar que de alguna forma estaban interesados en dejar de utilizar Facebook o empezar a dedicarle menos tiempo. Los resultados podrían deberse, en parte, al efecto placebo: los participantes esperaban sentirse mejor al estar desconectados.

Esta no es la primera investigación que dibuja la idea de que muchos usuarios serían más felices si utilizasen menos las redes sociales. El estudio El uso de Facebook predice una disminución en el bienestar del usuario de 2013 de la Universidad de Michigan señala que los niveles de satisfacción con la vida de los participantes se redujeron a la largo de la investigación con el uso constante de Facebook. Otra investigación realizada por las universidades alemanas Humboldt y la Técnica de Darmstadt, también de 2013, concluyó que una de cada tres personas se siente mal y más insatisfecha después de visitar Facebook. El estudio, La envidia en Facebook: una amenaza escondida para la satisfacción del usuario, descubrió que esto sucede porque sienten envidia, que deriva en frustración, amargura y soledad.

Trump llama “brutal dictador” a Castro y entierra la política de Obama.

La muerte de Fidel Castro, este viernes a los 90 años, certificó el fin de la era Obama en las relaciones exteriores. El presidente saliente de Estados Unidos reaccionó con un medido ejercicio de equilibrio: ni reproches ni halagos al dictador, sí la mano tendida al pueblo cubano. Menos de una hora después, su sucesor, el presidente electo, Donald Trump, calificó al finado de "brutal dictador" y enterró la política de su antecesor en este viejo conflicto. El deshielo impulsado por Obama y Raúl Castro entre el país comunista y su enemigo yanqui se acaba de hacer añicos. Si esto es definitivo o no, resulta difícil de vislumbrar con una criatura tan imprevisible como Trump.

"Hoy el mundo marca el fallecimiento de un dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante casi seis décadas. El legado de Fidel Castro se caracteriza por los pelotones de fusilamiento, el robo, el sufrimiento inimaginable, la pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales", dijo este sábado. El texto, muy contundente, proseguía así: "Cuba sigue siendo una isla totalitaria, espero que el día de hoy sea un paso para alejarse de los horrores que se han soportado durante demasiado tiempo y avancen hacia un futuro en el que el maravilloso pueblo cubano viva por fin con la libertad que tanto se merecen".

“Tiene que haber algo para que dejen de matar mujeres”

La argentina Mercedes Zambrano vive con “un nudo en la garganta”. El hombre que en 2008 mató a su hermana Adriana Marisel (Lili) reclama ahora la patria potestad de la hija de ambos de ocho años. José Manuel Zerda, que asesinó a Lili a puntapiés y golpes con una herramienta de albañilería pocos días después de que ella intentara dejarlo, ya está en la calle. Cumplió cinco años de prisión por “homicidio preterintencional”. Es decir, que los jueces consideraron que la mató sin querer, “aunque presentaba traumatismo de cráneo con pérdida de masa encefálica, hematomas en los brazos y en las piernas y quemaduras de cigarrillos en la piel”, recuerda Mercedes.

El homicida ha logrado ya un régimen de visitas estable, por el que visita a su hija, que vive con la abuela materna, tres días a la semana. Pero para evitar que se haga con su custodia, Mercedes y su hermana Miriam han recurrido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que tiene el proceso en estudio. El caso de Lili, a la que su familia encontró sin vida en el suelo de la modesta vivienda familiar de Palpalá (norte el país), mientras la bebé de la pareja, de nueve meses, lloraba desconsolada, fue uno de 208 asesinatos de mujeres registrados en 2008. Desde ese año, una mujer ha sido asesinada cada 30 horas, en promedio, en el país.

El último revolucionario.

Líder autoritario o tirano sin más para media humanidad, leyenda revolucionaria y azote del imperialismo yanqui para los más desposeídos y la izquierda militante, Fidel Castro era el último sobreviviente de la Guerra Fría y seguramente el actor político del siglo XX que más titulares acaparó a lo largo de sus 47 años de mando absoluto en Cuba. Estrenó su poder caudillista el 1 de enero de 1959 tras derrocar a tiro limpio al régimen de Batista. Ni siquiera en el ocaso de su existencia, después de que una enfermedad lo apartó del Gobierno en 2006, desapareció su influencia en una isla que siempre se le quedó pequeña, pues Castro la concebía como una pieza más de ajedrez en la gran partida de la revolución universal, su verdadero objetivo en la vida.